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lunes, 2 de enero de 2012

American Horror Story (I)


Cuando vi el primer capítulo de AHS, no me gustó. Nada de nada. Me pareció una salida de tono infumable. Sin embargo, que me la recomendaran tan intensamente y ver las estupendas críticas decidí darle una segunda oportunidad. Así que, aquí estoy, con la mitad de la serie vista pero habiendo leído el desenlace (cuando algo no me convence, necesito saber el final para saber que va a merecer la pena verlo).

Por donde voy viendo, me he dado cuenta de que no es tan mala como me suponía, pero no es ni de lejos el gran clásico que se ve en Internet. Aquí voy a poner los motivos por los que a mí la serie me parece entretenida pero no buena.

REALIZACIÓN
  • Escenas inconexas
Cuando esto empezó en el primer capítulo, a mí me pareció un cachondeo. Un montón de planos separados sin ningún hilo conductor salvo la familia Harper y la casa. La gente en internet a esto lo llama interpretar y les parece el novamás en televisión.

Amigos míos, interpretar se lleva haciendo desde que se decidió que el mensaje iba por dentro del texto y no escrito en la cabeza del lector. Y especialmente, en los últimos años hay una corriente muy importante sobre esto.

Presentar unas escenas aisladas sin un hilo conductor dramático (o sea, no porque aparezcan los mismos personajes) es trampa. No recuerdo si había un hilo causal (supongo), el caso es que me pareció bastante timo tener que interpretar algo que no quería decirme nada salvo una presentación de personajes sin ser aburrida.

Como en una presentación de personajes sólo puedes mantener la atención con un "qué va a pasar" (por eso salen los niños y Constance haciendo de loca), quieren duplicar la tensión con un "qué está pasando" y de ahí los cortes absurdos. Aún así, es un recurso muy fácil. Haneke hace lo mismo con planos fijos.

Pero supongo que en la tele no puedes innovar tanto.

Según como van avanzando los capítulos esto mejora, y aunque los cortes siguen siendo bruscos, se suavizan bastante. La tensión del qué está pasando pierde bastante.

  • Planos
Si algo caracteriza a esta serie son los planos picados. Planos desde ángulos extraños para desfamiliarizar al espectador. Ya haré una captura de pantalla, porque en Internet no veo ninguno que me convenzca.

Desfamiliarizar consiste en poner una situación normal observada de una forma extraña. Ejemplo: un hombre colocado como una marioneta sin hilos.

Otra vez, me parece un recurso facilón. Ponerte la consulta del psicóloco (porque ya hablaré de la psicología, que me corrija aquí el amigo psicólogo, pero en mi opinión es de traca) y hacer un plano desde una esquina del techo va a añadirle tensión por la desfamiliarización, pero volvemos a lo mismo, es un recursofacilón.

La oscuridad en general de la serie también es una constante (y no por mi monitor). Una oscuridad sucia (eso ya sí que puede ser culpa mía). La oscuridad está bastante más justificada, es una casa de principios de siglo XX. Y aunque afecta totalmente al desarrollo de la historia, no queda como si estuvieran en un pueblo lluvioso... creo que me entendeis.

Aún así, en mi opinión son bastante sosones. Yo no veo nada de atrevido en estos planos, nada que se merezca las críticas tan fantásticas de internet. Son los planos de una serie de suspense y de fantasmas, quizá más radicales que en otras, pero para nada originales.

Mañana seguiré.






lunes, 26 de diciembre de 2011

Beafeater London Market 2011

Este es el tercer año consecutivo en el que Beafeater trae su London Market a Madrid. Yo me enteré por casualidad, por un comentario del que hablaré luego. Álex fue escuchar London, Market y leer que traían mercados de Camden y arrastrarme.

Este año, el Beafeater London Market tuvo lugar los días 17 y 18 de diciembre, en el instituto Ramiro de Maeztu. Estaba compuesto de 34 puestos de los mercados de Camden, Portobello y Spitalfields. 


Álex y yo decidimos ir el domingo. Como el aforo era limitado y costaba sólo 3 euros, nos presentamos a las 10:30 allí. Aunque el domingo el market no se llenó, tuvimos la suerte de poder dar vueltas y comparar sin codos en los pómulos ni axilas con jerseys (lo cual, cuando mides metro y medio es una suerte).

Nada más entrar, un photocall, una tienda de military goods y Cyberdog.

Cyberdog ocupaba dos puestos enteros. Estaba cerrada, habían puesto sus luces estroboscópicas, su música rave y a dos bailarines a juego con la estética de la tienda: novedosos, atractivos y asequibles. La ropa de Cyberdog tiene un toque hiperfuturista para fiesta, lo que ellos llaman rave. Aunque su vestuario consista principalmente en licra y colores flúor, no pareces una morcilla marciana con él. De hecho, incluso las modelos de su página no son las estatuas del Moloko Bar.



El siguiente puesto que nos llamó la atención fue Black Rose. De este no conocía el nombre pero sí lo había visto en Camden. Un puesto de estilo pin-up algo caro, pero en comparación con las tiendas Rockabilly españolas un chollo. Rebuscando mucho, me llevé una camiseta que tenían en oferta muy sailor y unas pinzas con forma de manos esqueléticas. Lo de las pinzas fue flipante: yo las había visto ya hasta la saciedad y me parecían muy modernas, pero debe ser que los médicos se mueven por otros ambientes para que llamaran tanto la atención.


Los otros puestos nos llamaron menos la atención. Mucha ropa vintage, un puesto de mangos clásicos ingleses con nuevos objetos con un set de afeitado que le gustó a Álex y tres o cuatro puestos de complementos. Yo destaco un puesto de vestidos lolita y otro de vestidos años 50. Cuando fui al baño me encontré con una de las chicas de la tienda de los vestidos años 50 fumándose un cigarro, y como no tengo tiempo para clases de inglés me puse a hablar con ella.

Conclusión de la conversación: "I've been told so many times that in Spain you can't dress like that. It's sad, isn't it?" Me remito a las pinzas de manos en medicina.

Álex se compró en Cyberdog una camiseta de Ravespotting y una bufanda, yo me compré otra bufanda y los dos compartimos una caja de CDs con las sesiones de Cyberdog. Tuvimos la enorme suerte de que fuera el día "Pounds=Euros" así que lo que nos habría costado 120 euros nos salió por 75. Juraría que Álex lloró por no poder llevarse la tienda entera.



Cuando volvimos acompañados por la tarde (porque los echeros no iban a desaprovechar un mercado inglés) habían puesto animación. Un mimo de Charles Chaplin nos entretenía en una cola inmensa mientras un propio pasaba un cartel en el que decía que no se podía pagar con tarjeta dentro mientras que un Mr Bean fingía colarse.

Pagar tres euros por verlo merecía la pena, aunque ni de lejos tenía la esencia boho y punk que caracteriza a Camden (no sé si a Portobello y a Spitalfields, pero lo dudo profundamente). Lo peor, aunque a nosotros nos viniera bien, es que no dejaran pasar menores.

Así fue como descubrí al Beafeater London Market, por una queja de una madre que no podía ir con su toddler. Incluso a una amiga le pidieron el DNI. Yo le pregunté a uno de los organizadores por qué no podían pasar menores y me dijo que porque estaba patrocinado por Beafeater y se vendía ginebra dentro. ¿Y qué? Me refiero, si dejas pasar a un bebé de dos años no creo que ni le den ginebra, ni decida hacer botellón por estar en el BLM. Y lo mismo, si pasa una chica de 15 años dudo mucho que a) beba y b) vaya a hacer botellón con ginebra, porque todos sabemos que la ginebra no lo peta en ningún botellón.

Otra de las cosas que era bastante clara es que era un outlet. Todo estaba lleno de rebajas, y Cyberdog no había traído ropa tremendamente novedosa (de la que sale en su página web). No me quejo, y me parece bastante razonable que así fuera, pero es un hecho. Además, les salió bien la historia: había abueletes con bolsas de Cyberdog bajando por Serrano.


Si tengo que elegir, me quedo con Mr Bean raving:








Soy algo más visual...

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