sábado, 31 de marzo de 2012

Polis




En 3o de la ESO, tuvimos en Cultura Clásica a una profesora maravillosa. No sé qué se requería aprender en Cultura Clásica, sí sé que decidió que el libro no iba a ser su guía. Y nos fue contando datos sobre la cultura griega. Entre ellos, nos contó cómo funcionaba la democracia ateniense.

La democracia ateniense implicaba la participación de todos los ciudadanos con derechos en la polis. Eso suponía que cualquiera podía proponer y dar su opinión sobre los diversos asuntos públicos que se trataran. Los ciudadanos no tenían representantes, sino "empleados públicos". Así los funcionarios eran elegidos por sorteo (se primaba la participación a la profesionalidad) y entonces sus acciones erróneas eran fuertemente equivocadas. Así que vemos que la democracia ateniense implicaba una participación obligatoria y global.

¿Cuál es la participación ciudadana ahora? ¿Elegir si hacer un test o no y meterlo en una urna? ¿Cómo decir "NO" con respuestas preseleccionadas?

Cuando leo en twitter comentarios absurdos de la gente quejándose por la falta de transporte público o hablando de fiasco total, pienso que son un poco obtusos de vista. Vamos, que ni con lentes de culo de vaso se dan cuenta de que esto no se trata de vencedores ni vencidos, sino de derechos. Los derechos son nuestra garantía como personas. Sin derechos, somos esclavos, somos comercio, somos números.

No sé cuánta gente pertenece a un colectivo con consideraciones éticas. Pero creo que un número más grande de población es aquella que depende de un trabajo para vivir y quiere trabajar en unas condiciones dignas: sin miedo a un despido injusto. Y es más: sin miedo a un despido injusto y sin miedo a no poder encontrar trabajo después.

¿Que los autobuses funcionan mal? Al menos hay autobuses, ¿no? Al menos hay servicios públicos y no te mueres en la puerta de un hospital. Porque parece que por votar a ciertos sectores políticos uno siempre va a tener el suficiente bienestar económico como para prescindir de lo público (público, que no caridad como nos quieren hacer creer).


Si el sistema está corrupto y podrido, hay que cambiarlo. Hay que dinamitarlo. Pero no hay que ignorarlo, porque estás inmerso en él.



Gracias a Bea y a Álex por hacerme darme cuenta de esto

lunes, 26 de marzo de 2012

Uk Comics: encuentro con Paul Gravett y Emma Vieceli


El British Council, el Museo ABC y Ubik Europa se asocian para ofrecer al público madrileño cuatro días de encuentros, charlas, talleres y performance en torno a los cómics británicos los días 16, 17, 23 y 24 de marzo en el Museo ABC (C/ Amaniel 21 - Madrid).
http://www.ukcomics.es/

Las actividades del viernes 23, consistían en dos encuentros: Paul Gravett nos habló sobre los secretos del cómic japonés en el Reino Unido y en el mundo y Emma Vieceli trajo una presentación sobre sus trabajos y consejos para futuros creadores de cómic.

Nosotros fuimos principalmente a la presentación sobre el manga. Llegamos ligeramente tarde pero quedaban varios sitios libres. La verdad, teníamos la idea de una afluencia masiva (al estilo de expos) y no éramos más de 20 en la sala.

Me voy a centrar más en la presentación de Paul Gravett, ya que no conocía previamente el trabajo de Emma Vieceli (aunque también hizo una muy buena presentación de la vida de un creador de cómic ).

No sé cómo comenzó la presentación porque llegamos tarde. Lo primero que vimos fueron las muchas colaboraciones entre el Reino Unido y Japón. Gravett dijo que estas colaboraciones beneficiaban sumamente a los nuevos artistas; que muchos de ellos eran descubiertos y obtenían contratos por ellas. Habló de un proyecto mediante el cual recrearon las obras de Shakespeare en cómic, el cual tuvo un gran éxito. También me gustó que Vieceli dijera en su presentación que a ella no le gustaba diferenciar entre manga y cómic como a muchos de sus colegas. Incluso contó que un programa de software se llamaba Manga Studio en occidente y Comic Studio en Japón, dando a entender que las diferencias entre cómic y manga eran cada vez más arbitrarias.

No tomé notas, y es algo que ahora lamento. Pero sí que recuerdo que también comentaron la necesidad del manga como un cambio generacional. Paul Gravett dijo que en un determinado momento, los hijos sólo tenían disponibles los cómics de los padres. Creo recordar que fue Emma Vieceli quien dijo que hasta cierto punto el manga se veía como el nuevo rock&roll, "¡incluso se lee al revés!".

Mi parte preferida fue cuando hablaron de la creatividad japonesa. Trajeron unas imágenes preciosas sobre el kamishibai, que consiste en un teatro callejero pero en el escenario en vez de tener marionetas, tiene imágenes. Por detrás tiene texto, que alguien lee. Aquí lo explica mejor: Qué es el Kamishibai

Explicaron que el cómic japonés tiene una distribución de imágenes distintas al occidental. También dijeron que tienen un tamaño de páginas distinto y distintos plazos para completarlos. Me quedo con algo importante que dijo Gravett: mientras que en el cómic occidental los dueños son las grandes compañías (Marvel, Disney...) en Japón el dueño es el autor. Eso significa que si a ti te apetece que tu adorable lolita se despeñe por un precipicio, la despeñas. Sin miedo a que luego vuelva a aparecer convertida en hombre, en espíritu del bosque, en chibi o en estudiante-petarda.

Por último, puso unos ejemplos sobre la creatividad en japón con dos cómics: uno llamado Thermae Romane sobre un arquitecto de baños romano en ruina que aparece en el nuevo Japón e importa la tecnología de los baños a la antigua Roma y mi preferido:





 ¿Les reconoceis? ¡Sí, son Las vacaciones de Jesús y Buda! Solamente porque cuando Jesús se enfada se clava la corona de espinos y cuando se pone contento la corona florece, me voy a dejar los 8 pavos que cueste el tomo. 

Esto como un resumen de lo que más me llamó la atención de la presentación.

Pero, ¿dónde está la literatura? Muchas ideas sobre distribución de viñetas y duración de las historias, ¿pero los elementos característicos de la literatura? Por ejemplo, el folklore tradicional con el que consiguen darles un simbolismo especial a sus historias. Cuando les pregunté por un posible código europeo, me contestaron que sí, que estaría bien crear un código propio de cada país. Así que llegué a la conclusión de que me expreso mal tanto en inglés como en castellano. Si un alemán se lee un cómic de Mortadelo y Filemón no va a entender nada. Pero eso no es un código propio castellano. Eso es una alusión a situaciones que en algún momento fueron relativamente cotidianas o parodiables. De hecho, dudo que un lector actual entienda sin ayuda algunos chistes de los cómics típicos castellanos.

Un código propio es que te aparezca un sincara y sepas interpretar qué simboliza en la película, qué va a hacer y dibujar un poco hacia dónde va a ir la historia. De esta forma tan elegante y sutil, tan... japonesa. No sé si algo así se podría conseguir en occidente, pero sería muy interesante mucho más que decidir si ponemos 48 páginas al tomo o 200. Tampoco se habló para nada en la forma oriental de narrar. Se pincela algo con el kamishibai, pero no penetran en la delicada descripción de la violencia, del amor, que caracteriza tantísimo a la narración oriental. Por supuesto, nada de evolución de personajes.

Hablaron ligeramente del target de los cómics japoneses. De cómo el mercado occidental se ha centrado en tebeos para preadolescenets y en japón tenías shojos, shonens, hentais...

Así que la verdad es que la charla me decepcionó un poco. Se centraron demasiado en anécdotas de edición y poco en historias. Como si en una charla sobre la influencia de la narrativa americana mencionamos de pasada a Carver y nos centramos en por qué Crepúsculo ha triunfado. Creo que para que un cómic sea bueno necesita tener una buena historia, con todas o casi todas las normas que atañen a las buenas historias.

Aunque claro, yo dedico mi tiempo libre a aprender sobre historias y no sobre cómics. Desde luego, no era lo que estaba buscando.

domingo, 11 de marzo de 2012

8

Dicen que uno de los síntomas de hacerse mayor es que recuerdas demasiado. Para mí es uno de los síntomas de que estás demasiado introspectivo. 


Supongo que esto es algo que contaré a mis nietos.



Recuerdo en mi calle los coches de policía, y las ambulancias. Recuerdo querer agarrarme al brazo de quien me llevaba al colegio. Decía, "no mireis, no mireis". Me aseguraron que iba a estar mejor allí, más distraída. Me dijeron que la lámpara del salón había temblado, que pensaron en un terremoto. Algún profesor intentó dar clase hasta que I. empezó a llorar. "Mis padres han pasado esta mañana por Atocha. Siempre pasan por Atocha". Cuando I. se calmó empezó C. Faltaba gente. Empecé a llorar. Mis padres también pasaban por Atocha, todas las mañanas. Vinieron a buscarme. Hubo una amenaza de bomba en la 2ª planta, buscando a mi hermana. A los que estábamos saliendo nos obligaron a sentarnos en el pasillo de azulejos verdes con la cabeza bajada. Las cristaleras de las clases como una amenaza.

Volviendo a casa seguían las ambulancias y los coches de policía. "Todo OK" decían todos. Nos pidieron el DNI para ir a casa y comprobar que éramos residentes. Nos prohibieron ver la tele. Antes de hacerlo, informaron de que el polideportivo del barrio se había cerrado para meter cuerpos, que habían ido médicos y que había una pierna colgando de un cable telefónico. Nos asomamos a la ventana, pero sólo veíamos el tejado en pico de metal. Nos bajaron la persiana a la mitad.

Recuerdo también la campaña de donación de sangre masiva después. Cómo decían que la Comunidad de Madrid "se había volcado". Recuerdo enfadarme al día siguiente porque era la delegada de clase, y al hacer el mural me parecía que poner las letras en amarillo, rojo y negro se parecería más a la bandera alemana que a cualquier símbolo de luto. Cabrearme con la democracia. Recuerdo las mesas puestas en el centro, como en un banquete, declararme atea poco después y no rezar esos días. Ese viernes tampoco fue mucha gente. Recuerdo en la tele niños del colegio rival al nuestro declarar que tenían sordera transitoria, pero no recuerdo conocer a ninguno. Recuerdo ir al centro médico y ver coronas de flores a lo lejos, y velas, y mi madre tirándome del brazo. Recuerdo acompañar a mi familia a votar, lo lleno que estaba ese centro. Sólo recuerdo dos votaciones: esa y la primera en la que voté.

Recuerdo crticiar el monumento en Atocha. Oda al papel del wáter. Recuerdo los puestos con víctimas, pidiendo información manipulada y sesgada.

Recuerdo caminar encima de las vías del tren y señalar a lo lejos el punto donde ocurrió. 


jueves, 8 de marzo de 2012

Inseguridad policial

Foto sacada de elmundo.es


Fin de exámenes.

Salimos el viernes. Nada especial, un reencuentro de cotilleos, sitios, cócteles sabor jabón, gente nueva, gente vieja, nadie usado. Como sabeis y repetiré cien veces, esto es un blog de opinión (vamos, de un poco de todo). No es un blog de "me-creo-de-la-nueva-generación-de-skins-y-no-llego-a-foq". Así que no me voy a meter más.

Pasamos varias veces por Sol el viernes. Delante del autobús de donación de sangre, bajo el edificio del Tío Pepe, había una línea de policías y furgones como si un donante tuviera napalm en  las venas. Se alineaban en policía-furgón-policía-furgón desde el Pans&Company hasta la esquina del edificio. Los policías llevaban el equipo de anti-disturbios, casco, chaleco, manos cruzadas, posición de defensa supongo.

Los vimos a las 5y30 y a las 11 seguían allí. Unos amigos se acercaron a preguntar qué pasaba.

Una manifestación.

Un viernes por la tarde Sol está lleno de gente. La manifestación era de gente con bigote. Señoras con abrigo de piel del rastro. Chicas con tacones y medias de lycra. Gente con cejas. En Sol suele haber más de cinco furgones delante de la Puerta del Sol.

¿Qué está pasando? En serio, ¿qué está pasando? Hace 10 años los policías eran "a-los-que-preguntar-si-te-pierdes". Ahora la sensación de que tienes que salir corriendo. La ciudad está seca, abandonada, convirtiéndose en un desierto. Los antidisturbios caminan por la calle con paso espartano. Los escaparates están sucios tras los referéndums populares. Constantemente encerrado, la calle no pertenece a nadie. Apelmázate delante del luminoso de un McDonalds contando monedas.

Tengo una sensación de ahogo constante que no creo que se libere cuando llueve

sábado, 3 de marzo de 2012

Un añito

Este blog, hace poco que ha cumplido un año.

Para mí el blog hace años cuando termino los exámenes. Y como esta vez los he terminado en Marzo, pues en Marzo.

El blog surge de un deseo de contar la vida de un estudiante de medicina sin edulcorantes ni viajes épicos. Es decir, todo lo contrario a los libros sobre médicos que se vuelcan en la medicina y arriesgan sus vidas por un saber. He intentado explotar lo tétrico, tosco y rancio que tiene la medicina, para contraponerlo a las historias de mariposas y bisturí.

Y sí, la medicina (o al menos la faceta que conozco ahora) tiene mucho de tétrica, tosca y rancia. Es absorbente e intrigante, está llena de recodos llenos de información. Es agobiante y asfixiante, se enrosca a tu pecho como tuberculosis, asma. Le gusta verte llorar. Te sigue por los pasillos, pegada a tus pies como un velo de biofilm, huele a compost fundido, a polvo, a químicos. Es de color azul pálido, el reflejo de los fluorescentes.

Ahí estás, todas las mañanas levantándote. Con anemia. Produce lluvia durante tres horas seguidas, llena 1000 palabras en una hora. Sabes el esfuerzo de escribir. Sabes el valor de 1000 palabras. Plantéate una trombosis. Ahí sigues. Intenta entender esas 1000 palabras, grabarlas en tu cerebro con muescas en un chip. La textura blanda, suave y lúbrica de tu cerebro. Los libros con las páginas despuntadas y las tapas ásperas. Las mesas con la superficie irregular, acuchilladas del uso.

El conocimiento. El conocimiento profundo y líquido, en una cueva de calizas. Por eso sigues. Por pasar tu mano sobre ese agua prehistórica y poder entender por fin.

Así que me he dado cuenta de que hay más que las clases con las paredes color blanco incendio.

Pero no voy a explotarlo, porque yo comparto mi privacidad. No mi intimidad.





Soy algo más visual...

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