domingo, 28 de agosto de 2011

Lo no-vivido

Este Agosto para mí ha sido un no-verano. Tampoco es que yo sea de estas personas que se visten de ibicencos en cuanto abren las piscinas y fingen vivir en una película de Lizzie McGuire, pero ahora mismo hasta lo hecho de menos.

Dentro de ese no-verano de inglés, biblioteca y flexos, una sola experiencia me ha cambiado la vida. Un encuentro con la muerte en una vuelta al pasado. Una experiencia absolutamente cíclica que me ha dejado desarrapada. Quizá por eso estoy en la inopia con bioquímica; porque cuando uno se enfrenta con el dolor, la rabia y el pasado se queda atontado. Y como no sé qué me ha golpeado más fuerte, estoy haciendo un copy-down de todo lo que ocurrió. Desde que me subí en el bus verde de Larrea hasta el olor a esencia de coco de la puerta de mi habitación. Sin un discurso dominante, sin una tesis entre líneas, sin añadir una mentira; pero tampoco como un diario. Una big voice constante planeando desde lo alto de la coleta. Aunque, quienes hayais escrito alguna vivencia personal, sabreis que esto es imposible.

Esos dos días pertenecen a lo no-vivido. Por eso nunca hablo de los viajes en el blog. Para mí algunos momentos, en especial los viajes, pertenecen a lo no-vivido. Quienes me conozcais sabreis que yo no tengo privacidad. Hablo tan tranquilamente de los del 15-M como de mi invasión regular por las cándidas. Pero sí tengo intimidad. Como cualquiera.

Tengo miedos, y expectativas, y problemas y deseos freudianos que arrastro desde antes de nacer. Tengo conflictos heredados de tiempos bíblicos. Y en ese rincón de mi psique están almacenados muchos conflictos. Creo que soy sincera y no escondo ninguna vivencia allí; pero a veces ellas solas se pierden y aparecen un día por sopresa, como el día en el que Swanney, Álex y yo hablamos sobre la humillación fumando en la terraza. Y como ese día surgió, como ese día me apeteció hablar de ello, hablamos.

Quizás de esta copia surja un relato, con una tesis sobre el dolor, el recuerdo, la inocencia o las tres cosas a la vez, quizás saque una idea en limpio y la cuelgue en este blog o muy improbable lo envíe a un concurso, o quizás lo deje a medio escribir.

El caso es que mientras estudio bioquímica, aparecen en mi cabeza una cama amarilla de un hotel en Barcelona, el aire gris de Londres revolviendo unas sábanas empapadas, un cable de alta tensión saltando entre casas arboladas con el barniz de la muerte brillando a media tarde.

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